Existe una “máxima” en el fútbol que sostiene que para cosechar éxitos, un equipo tiene que lograr la armonía y el buen funcionamiento de las tres patas: jugadores, cuerpo técnico y dirigentes. También es cierto que en este bendito deporte no hay verdades absolutas, que la historia se escribe partido a partido en el verde césped, como decía el gran Angelito, y que muchos libros de fútbol se terminaron quemando por ausencia de lógica y fórmulas matemáticas.
Seguramente ello es lo que sucede con el River Plate "profesional" de este tiempo, donde claramente se hizo todo lo contrario. Sin embargo, en el mundo amateur de River, esta “teoría de las tres patas” sirve para explicar el éxito de un proyecto que arrancó en diciembre de 2005 y que, a fuerza de triunfos, vueltas olímpicas, apariciones de grandes promesas, muchas presencias en los seleccionados juveniles y, por sobre toda las cosas, respetando el estilo futbolístico y la estirpe riverplatense, entusiasma a todos los que sueñan y esperan disfrutar de un plantel profesional plagado de esos cracks que históricamente nacieron en la cantera millonaria. Está claro que uno de los secretos del éxito está en la materia prima. Desde la llegada de Gabriel Rodríguez como coordinador de Fútbol se evidenció un crecimiento cualitativo en las diferentes categorías de un semillero que venía alicaído. Los resultados comenzaron a verse paulatinamente, tanto en el juego como en las distintas tablas de posiciones: en el 2006, las categorías 91 y 92 (octava y novena división) se quedaron con el título; un año más tarde, la 92 y la 93 (novena) hicieron lo mismo, además de que River obtuvo la Copa Challenger; y en este 2008 se llegó a lo más alto de la cima, repitiendo los mismos logros conseguidos el año anterior, pero sumando las vueltas olímpicas de la categoría 91 (sexta) y la 94 (novena). Algo similar ocurrió con el Fútbol Infantil, que en el 2007 y 2008 consiguió que las tres categorías que participan de los torneos de AFA estuvieran en la final, y cinco de esos seis finalistas trajeron los títulos al Monumental. Cuando Gabriel Rodríguez se hizo cargo de la coordinación del Fútbol Amateur junto a su staff, a través de la asunción de Diego Quintás como presidente del área, River atravesaba una verdadera crisis de identidad y acefalía, que se plasmaba en los resultados, la escasa promoción de juveniles al equipo de Primera División y la renuncia de Rubén Rossi. “Cuando asumí -afirma Quintás-, el Fútbol Amateur carecía de una base sólida, y esto tiene que ver con las categorías mas chicas. Lo primero que intentamos fue formalizar el convenio con Parque Chas, club de Baby Fútbol, con la idea de trabajar la matriz desde la concepción misma del fútbol. Por otro lado se apuntó a realizar un trabajo de campo sistematizado en todo el conurbano e interior para captar valores de excelencia, no porque antes no se hiciera, sino porque creíamos que debía ser más minucioso. Además, apuntamos al trabajo físico, intentando elevar los niveles de rendimiento, dado que los primeros análisis mostraban resultados por debajo de la media. Para eso incorporamos un coordinador de trabajo físico (Pablo Lorenzo) y un especialista en trabajos de medición (Pablo Dolce), que incluso colaboró en el plantel profesional de Pasarella”. La llegada del nuevo coordinador fue un intento de volver a las fuentes, a esas bases que Gabriel Rodríguez supo conocer y potenciar de la mano del maestro Don Adolfo Pedernera, allá por los años '80. Claro que Gabriel no está sólo: algunos de sus colaboradores lo acompañaban en San Lorenzo, donde también supo cosechar éxitos. Uno de esos colaboradores es Ricardo Valiño, mano derecha de Gabriel, actualmente coordinador de Fútbol Infantil y técnico de la quinta división. Otro es Diego Monárriz, que en este 2008 ganó su primer título como entrenador en River de la mano de la sexta. Pero uno de los grandes aciertos de la gestión Rodríguez fue sostener a “gente que conociera el paño”, que supiera lo que exige River, como es el caso de Pedro Salaverry, Juan José Borrelli, Alejandro Montenegro, Jorge Gordillo y Fernando Kuyumchoglu, entre otros. A la cabeza de todo este engranaje está Diego Quintás, presidente de Fútbol Amateur e impulsor de la llegada de Gabriel Rodríguez y su equipo al semillero riverplatense. Desde allí, Quintás sostiene que su idea fue “volver a las fuentes con una persona que había sido mentora en el fútbol infantil, que conoce cada rincón del deporte juvenil, que tiene una dedicación y una contracción al trabajo difícil de igualar, con una raigambre riverplatense muy definida por haber trabajado muchos años en el club, y fundamentalmente porque trae a cuestas un equipo de trabajo que ama y vive esta actividad como nadie". "En el fútbol amateur, y lo digo con conocimiento de causa porque hace 14 años ya integraba la subcomisión -advierte Quintás-, hay mucho verso y poco trabajo. Estos muchachos son justamente lo contrario; de perfil bajo, humildes y trabajadores hasta el cansancio, destacando por sobre todas las cosas que son ganadores”. En Fútbol Infantil también llegó una bocanada de aire fresco, de la mano de su joven presidente Fernando Guarini. A diferencia de Quintás, Fernando venía de otro lugar: era un referente de la fiesta en las tribunas, uno de los máximos mentores de la “Caravana Monumental” del 2001 y de la creación de la Subcomisión del Hincha. Toda esa pasión supo plasmarla en su tarea en infantiles, como él mismo explica: “Uno desde su función trata de contener a los chicos y padres, atenderlos, recibir sus reclamos, y sobre todo acompañarlos en una etapa donde todavía son muy chiquitos y deberían divertirse más que nada. Me gusta ocupar ese lugar de hermano mayor. Pero también trato de “evangelizarlos” en el buen sentido e inculcarles la pasión. Antes que nada, yo soy hincha, y lo que siento trato de transmitírselo a ellos. Hay que enseñarles lo que es River, transmitirles lo que uno vivió, sufrió y disfrutó con esta camiseta, para que los chicos se encariñen y si besan la camiseta, lo hagan porque realmente lo sienten”. La forma de festejar la obtención de los tres campeonatos semanas atrás en cancha de Deportivo Español es una clara demostración de que este doble trabajo de formación futbolística y generación de amor hacia la camiseta está empezando a rendir frutos. No es casualidad, por lo visto, que River esté donde esté en materia de inferiores. Sin olvidar del trabajo esencial, que muchas veces no se ve, como es el caso de los preparadores físicos, nutricionistas, asistentes sociales, utileros, médicos y todas las personas que desde sus distintas tareas aportan su granito de arena, está claro que los resultados parciales son más que positivos y alentadores. Todavía falta una etapa, la más rutilante, la del salto de la mayoría de estos chicos a la primera división. No es tarea sencilla, más en estos tiempos difíciles. Pero la máquina del semillero está funcionando y generando ilusiones… ilusiones que años atrás parecían perdidas.
Seguramente ello es lo que sucede con el River Plate "profesional" de este tiempo, donde claramente se hizo todo lo contrario. Sin embargo, en el mundo amateur de River, esta “teoría de las tres patas” sirve para explicar el éxito de un proyecto que arrancó en diciembre de 2005 y que, a fuerza de triunfos, vueltas olímpicas, apariciones de grandes promesas, muchas presencias en los seleccionados juveniles y, por sobre toda las cosas, respetando el estilo futbolístico y la estirpe riverplatense, entusiasma a todos los que sueñan y esperan disfrutar de un plantel profesional plagado de esos cracks que históricamente nacieron en la cantera millonaria. Está claro que uno de los secretos del éxito está en la materia prima. Desde la llegada de Gabriel Rodríguez como coordinador de Fútbol se evidenció un crecimiento cualitativo en las diferentes categorías de un semillero que venía alicaído. Los resultados comenzaron a verse paulatinamente, tanto en el juego como en las distintas tablas de posiciones: en el 2006, las categorías 91 y 92 (octava y novena división) se quedaron con el título; un año más tarde, la 92 y la 93 (novena) hicieron lo mismo, además de que River obtuvo la Copa Challenger; y en este 2008 se llegó a lo más alto de la cima, repitiendo los mismos logros conseguidos el año anterior, pero sumando las vueltas olímpicas de la categoría 91 (sexta) y la 94 (novena). Algo similar ocurrió con el Fútbol Infantil, que en el 2007 y 2008 consiguió que las tres categorías que participan de los torneos de AFA estuvieran en la final, y cinco de esos seis finalistas trajeron los títulos al Monumental. Cuando Gabriel Rodríguez se hizo cargo de la coordinación del Fútbol Amateur junto a su staff, a través de la asunción de Diego Quintás como presidente del área, River atravesaba una verdadera crisis de identidad y acefalía, que se plasmaba en los resultados, la escasa promoción de juveniles al equipo de Primera División y la renuncia de Rubén Rossi. “Cuando asumí -afirma Quintás-, el Fútbol Amateur carecía de una base sólida, y esto tiene que ver con las categorías mas chicas. Lo primero que intentamos fue formalizar el convenio con Parque Chas, club de Baby Fútbol, con la idea de trabajar la matriz desde la concepción misma del fútbol. Por otro lado se apuntó a realizar un trabajo de campo sistematizado en todo el conurbano e interior para captar valores de excelencia, no porque antes no se hiciera, sino porque creíamos que debía ser más minucioso. Además, apuntamos al trabajo físico, intentando elevar los niveles de rendimiento, dado que los primeros análisis mostraban resultados por debajo de la media. Para eso incorporamos un coordinador de trabajo físico (Pablo Lorenzo) y un especialista en trabajos de medición (Pablo Dolce), que incluso colaboró en el plantel profesional de Pasarella”. La llegada del nuevo coordinador fue un intento de volver a las fuentes, a esas bases que Gabriel Rodríguez supo conocer y potenciar de la mano del maestro Don Adolfo Pedernera, allá por los años '80. Claro que Gabriel no está sólo: algunos de sus colaboradores lo acompañaban en San Lorenzo, donde también supo cosechar éxitos. Uno de esos colaboradores es Ricardo Valiño, mano derecha de Gabriel, actualmente coordinador de Fútbol Infantil y técnico de la quinta división. Otro es Diego Monárriz, que en este 2008 ganó su primer título como entrenador en River de la mano de la sexta. Pero uno de los grandes aciertos de la gestión Rodríguez fue sostener a “gente que conociera el paño”, que supiera lo que exige River, como es el caso de Pedro Salaverry, Juan José Borrelli, Alejandro Montenegro, Jorge Gordillo y Fernando Kuyumchoglu, entre otros. A la cabeza de todo este engranaje está Diego Quintás, presidente de Fútbol Amateur e impulsor de la llegada de Gabriel Rodríguez y su equipo al semillero riverplatense. Desde allí, Quintás sostiene que su idea fue “volver a las fuentes con una persona que había sido mentora en el fútbol infantil, que conoce cada rincón del deporte juvenil, que tiene una dedicación y una contracción al trabajo difícil de igualar, con una raigambre riverplatense muy definida por haber trabajado muchos años en el club, y fundamentalmente porque trae a cuestas un equipo de trabajo que ama y vive esta actividad como nadie". "En el fútbol amateur, y lo digo con conocimiento de causa porque hace 14 años ya integraba la subcomisión -advierte Quintás-, hay mucho verso y poco trabajo. Estos muchachos son justamente lo contrario; de perfil bajo, humildes y trabajadores hasta el cansancio, destacando por sobre todas las cosas que son ganadores”. En Fútbol Infantil también llegó una bocanada de aire fresco, de la mano de su joven presidente Fernando Guarini. A diferencia de Quintás, Fernando venía de otro lugar: era un referente de la fiesta en las tribunas, uno de los máximos mentores de la “Caravana Monumental” del 2001 y de la creación de la Subcomisión del Hincha. Toda esa pasión supo plasmarla en su tarea en infantiles, como él mismo explica: “Uno desde su función trata de contener a los chicos y padres, atenderlos, recibir sus reclamos, y sobre todo acompañarlos en una etapa donde todavía son muy chiquitos y deberían divertirse más que nada. Me gusta ocupar ese lugar de hermano mayor. Pero también trato de “evangelizarlos” en el buen sentido e inculcarles la pasión. Antes que nada, yo soy hincha, y lo que siento trato de transmitírselo a ellos. Hay que enseñarles lo que es River, transmitirles lo que uno vivió, sufrió y disfrutó con esta camiseta, para que los chicos se encariñen y si besan la camiseta, lo hagan porque realmente lo sienten”. La forma de festejar la obtención de los tres campeonatos semanas atrás en cancha de Deportivo Español es una clara demostración de que este doble trabajo de formación futbolística y generación de amor hacia la camiseta está empezando a rendir frutos. No es casualidad, por lo visto, que River esté donde esté en materia de inferiores. Sin olvidar del trabajo esencial, que muchas veces no se ve, como es el caso de los preparadores físicos, nutricionistas, asistentes sociales, utileros, médicos y todas las personas que desde sus distintas tareas aportan su granito de arena, está claro que los resultados parciales son más que positivos y alentadores. Todavía falta una etapa, la más rutilante, la del salto de la mayoría de estos chicos a la primera división. No es tarea sencilla, más en estos tiempos difíciles. Pero la máquina del semillero está funcionando y generando ilusiones… ilusiones que años atrás parecían perdidas.
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