Decir "nunca visto" es peligroso, porque River tiene 107 años de historia, pero lo que sucedió ayer a la noche con el Ogro Cristian Fabbiani al menos es poco común. El tipo no había tocado ni una sola pelota y ya había logrado lo que a muchos les cuesta años de trayectoria: el amor de la hinchada de River. Anoche, cuando Pipo lo llamó a los 14 del segundo tiempo, pese a haber dicho que sólo estaba para 10 minutos, la cancha se rindió a sus pies. Lo cierto es que el 0-0 y la impaciencia de la gente llevaron al Ogro al momento que venía esperando desde que plantó a Newell’s: debutar con la banda roja.
Su ingreso provocó en la buena cantidad de público presente en Núñez un estado sumamente parecido al éxtasis, y el Ogro, así todo gordo, grandote, macizo como está, pagó con creces. La primera que tocó fue un taco, la segunda se la dio de primera a Buonanotte, tuvo un cabezazo que contuvo Don y hasta se tiró al piso un par de veces para recuperar la pelota. ¿Se lo vio estático? Sí. ¿Fue clave? También. El Ogro demostró que no lo van a mover. Los defensores chocaban contra su inmensa humanidad demostrando que en eso le puede dar una gran mano a River, algo que, por ejemplo, Falcao, Rosales y hasta el mismo Abreu no podían garantizar.
Pero todo iba a quedar como una anécdota si no hubiese sido el propio Cristian el autor material del gol del Enano Buonanotte. Centro de Robert Flores que parecía un regalo, cuando iban 46 del segundo tiempo, despeje de la visita y el propio uruguayo la tomó de cabeza y la metió en el corazón del área. Fabbiani, pillo, metió el hombro, la mano, lo que sea para bajarla, y con lo que puede le pegó. Salió mordida, pero Don no la contuvo y se la dejó servida para Buonanotte, que desató el delirio en Núñez. Ni hablar si el gol lo hubiese convertido el Gordo…
Con el 1-0, el Ogro fue el más importante de River. Sus compañeros le tiraban la pelota y los paraguayos, calentitos en el volcán que era el Monumental, lo revolearon un par de veces por el aire y así lo agigantaron aún más. Su debut no tuvo gol, pero sí mucho sacrificio y algunos chiches. Los jugadores reconocieron, tras la victoria, el quiebre que significó en la gente y en el equipo su ingreso.
Señores, el Ogro está entre nosotros y llegó para quedarse, al menos eso parece. Generó una especie de Fabbiani-manía. En la San Martín había orejas de Shrek y hasta en el pasillo, terminado el partido, alguien lo esperaba totalmente disfrazado del personaje verde. Después de muchas idas y venidas, Fabbiani llegó, jugó y ya demostró que tiene todo para dejar su huella en River. Sólo el tiempo dirá si ha nacido un nuevo ídolo o si se trata, tan sólo, de un debut casi soñado.
Imagen: Fotobaires.
Fuente:La Pagina Millonaria
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